LA NUEVA RUTA DE LA SEDA

¿Recordáis la Ruta de la Seda? Esa ruta comercial del siglo I a.C., que se iniciaba en China y creaba una conexión entre este país y Oriente Medio, Oriente Próximo, África y Europa. Pues bien, resulta que en 2013 el presidente de China creó un plan de creación de infraestructuras calcando y modernizando el antiguo itinerario de la ruta para estimular el comercio con sus países vecinos. Este plan se titularía “One Belt One Road” (OBOR).

Antes de comenzar, cabe mencionar brevemente la historia de la antigua Ruta de la Seda para recordar hasta qué punto este OBOR tiene más importancia que un acuerdo económico multilateral estándar.

La Ruta de la Seda era una red de rutas comerciales establecida durante la Dinastía Han de China. Ésta enlazaba muchas regiones del mundo antiguo con fines comerciales. Su construcción se sitúa temporalmente entre el 130 a.C. hasta el 1453 ampliándose continuamente. Entre los productos comercializados no sólo estaba la seda (como sugeriría el nombre), sino también especias, artesanía, alimentos y materiales de toda clase.

El legendario explorador italianísimo Marco Polo (1254-1324) es uno de los protagonistas de la historia de la Ruta, ya que viajó por todos los caminos que la formaban y las describió en profundidad en sus obras, muchas de las cuales han permanecido en buen estado hasta nuestros días.

Bueno, ¿y de qué va este “One Belt One Road”? Pues este proyecto se basa principalmente en la restauración de la antigua Ruta de la Seda. Consistirá en construcciones masivas relacionadas con el transporte de mercancías que va a atravesar todo este gran “cinturón” y el abastecimiento energético necesario para su buen funcionamiento.

En todas las ciudades y en las zonas intermedias que se indican en el mapa se van a construir carreteras, puentes, gaseoductos, puertos, ferrocarriles y centrales eléctricas. En este mapa, sin embargo, no aparecen otras regiones que son parte de este recorrido, como Nueva Zelanda, Gran Bretaña o incluso zonas del Ártico.

Más allá de esto, la iniciativa no ha llegado a términos bien definidos. No obstante, de momento se ha confirmado la construcción de algunas infraestructuras como: el “pasillo” de 46.000 millones de dólares entre China y Pakistán; el ferrocarril de alta velocidad de 3.000 km de longitud que conectaría China y Singapur; y gaseoductos por todo el centro de Asia.

Los gastos de infraestructura se estima que van a ser de aproximadamente 5 billones de dólares. Gracias a los acuerdos diplomáticos de China se han ido adhiriendo al plan multitud de países hasta incluir a más de 60 en el proyecto, que representarían más de un 60% de la población total mundial.

Hay que tener en cuenta que este proyecto comercial transcontinental supone también una simbiosis muy amplia de elementos culturales, financieros y aspectos relacionados con la seguridad.

Esta unión significará para muchos países un estímulo en su economía, pero tiene su lado negativo. Algunos países critican este plan calificándolo como una estrategia para tomar el control político sobre los países implicados mediante el endeudamiento de sus gobiernos. También se le acusa de tener intenciones geoestratégicas quizás demasiado ambiciosas. Por supuesto, China desmiente todo esto rotundamente, alegando que sus intenciones son puramente económicas.

Pero veamos la otra cara de la moneda. Con este plan, China puede reactivar el comercio en sus regiones occidentales, donde se concentra la población más pobre y de la misma manera servirá como estímulo también para las economías de Oriente Medio.

Hasta la fecha, alrededor de 50 empresas estatales chinas han invertido en casi 1.700 proyectos OBOR desde 2013 y, tras la confirmación del mandato ilimitado del presidente chino Xi Jinping (más información aquí), la reconstrucción de una Ruta de la Seda es cada vez más verosímil.

La nueva ruta coge fuerza en un momento clave, pues la situación comercial entre China y Estados Unidos está siendo más tensa. China necesita diversificar su mercado para hacer frente a la competencia estadounidense.

Por otra parte, Estados Unidos está siendo cada vez más proteccionista, imponiendo aranceles abusivos no sólo a China sino también a sus propios socios europeos, como por ejemplo el famoso caso del arancel a la aceituna española.

Esto allana el camino a China para afianzar buenas relaciones con otros países y así mejorar su imagen internacional y su proyección económica. Para más inri, el año pasado Xi Jinping durante su visita a España propuso invitar a España al proyecto. El presidente del gobierno rehusó la oferta esta vez, pero no cabe duda de que, en el futuro, van a establecerse relaciones diplomáticas bastante positivas entre España y China.

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