La roca dorada, una gigantesca piedra en el templo de Kyaiktiyo, parece estar a punto de caerse. Sin embargo, cuenta la leyenda que lo que la sostiene un único pelo de Buda.
Miles de turistas al año visitan el pintoresco pueblo de Kinpun, a unas cuatro horas de Rangún en Birmania. Ya no solo por su atractivo natural y cultural, sino por su mayor y más popular atractivo: la roca dorada.
En otros tiempos, visitar esta gigantesca piedra en la Pagoda Kyaiktiyo, punto de peregrinaje, no era nada fácil debido a su ubicación. Hoy en día, transportes como trenes y autobuses te permiten llegar en un par de horas. ¡Hala, ya estás en Kinpun! Pero te quedan unas cuantas horas a pie hasta el templo, cinco aproximadamente… O siempre puedes tomar un taxi o un autobús, la opción más rápida y cómoda.
Aunque este destino de peregrinaje es principalmente para budistas y monjes, es cierto que puedes encontrar a personas ajenas a esta religión allí, al igual que unos pocos turistas occidentales. Todos visitan este lugar que parecer estar congelado en el tiempo por su atracción más llamativa: una inmensa roca dorada, a mil metros sobre el nivel del mar y que parece desafiar todas las leyes de la gravedad.
¿CONOCÍAS LA LEYENDA?
Cuenta la leyenda que el mismísimo Buda visitó este templo en múltiples ocasiones. En una de estas visitas, le obsequió un hilo de su propio cabello a un ermitaño que vivía allí, llamado Taik Tha. El hombre deseaba que el cabello permaneciese en un objeto que tuviese la forma de su cabeza, así que llevó el pelo al rey del lugar.
Este rey tenía poderes mágicos. Su madre, que era una naga (criatura budista mitad humano y mitad animal), el mágico rey y el ermitaño buscaron juntos un objeto similar a una cabeza, hasta que dieron con una roca perfecta en el océano. Gracias a los poderes y habilidades sobrehumanas del rey y su madre, la moldearon para que tuviese la forma de la cabeza de Taik Tha.
Luego, con la ayuda de una deidad budista conocida en Birmania como Thagyamin, pudieron colocar la gigantesca roca al borde de la montaña. ¿Pero qué la mantendría allí? Entonces, el ermitaño colocó el cabello de Buda, un único hilo que la sujetó y, desde entonces, evita que caiga montaña abajo.
Su característico color dorado es mucho posterior y probablemente se debe a la tradición de los hombres budistas, que consiste en pegar pequeñas laminas de oro batido que venden en la misma pagoda. Esta actividad se suele practicar dos veces al año y, de hecho, hay áreas de la piedra donde se han pegado varias laminas en el mismo lugar.
No obstante, un pequeño inconveniente es que los turistas extranjeros no tienen permitido estar muy cerca del santuario y en el caso de las mujeres en general, tienen prohibido tocar la gran Roca Dorada. Puede sonar extraño viniendo de esta religión, pero se debe a que se piensa que ellas sí poseen la fuerza necesaria para empujar la colosal piedra al vacío con solo tocarla.
Los peregrinos a menudo la visitan para presentar sus respetos, hacer ofrendas y realizar rituales, creyendo que esto les traerá bendiciones y buena fortuna. De hecho, se dice que quien peregrina tres veces al año a este santuario, recibirá, como recompensa divina, muchas riquezas, honor y respeto.
Te preguntarás cuál es la explicación lógica detrás de esta roca… Y es que, geológicamente, esta atracción descansa sobre una enorme roca de granito que no es originaria del área inmediata. Es decir, que algo o alguien la trajo hasta allí. La teoría más compartida es que fue transportada a su ubicación actual por una combinación de procesos geológicos naturales y actividad tectónica. Ahora sí, aún se especula sobre cómo llegó la roca a descansar en el borde del acantilado de esa manera.
Lo que sí está claro es que esta roca encaramada al borde de la cima del monte Kyaiktiyo se ha convertido en un símbolo icónico, tanto de devoción espiritual como de maravilla natural. Con el tiempo, se ha convertido en un símbolo de resiliencia y devoción, desafiando las leyes de la física mientras se balancea en el acantilado. Se considera uno de los lugares más sagrados del país, fundamental para las creencias y prácticas espirituales de la población local, y consigue atraer a miles de peregrinos y turistas al año.
Para concluir, la roca dorada se erige como una fusión de geología, cultura y turismo que cautiva tanto la vista como el alma. Ubicado delicadamente en el borde del monte Kyaiktiyo en Kinpun, este sitio icónico tiene un profundo significado que resuene en múltiples niveles.
A nivel geológico, es una maravilla de la naturaleza que aún no ha podido ser explicada, con un equilibrio natural que desafía la gravedad y con un testimonio de millones de años de transformación geológica. A nivel cultural y espiritual, es un punto de peregrinaje fundamental para los budistas. La fe es vista como la fuerza que mantiene la roca en su posición, creando así una sinergia entre devoción y naturaleza que se traduce como una profunda conexión entre lo humano y lo divino.
En resumen, este santuario encapsula una combinación armoniosa de geología, cultura y turismo. Se erige como un testimonio vivo del poder perdurable de la fe, la belleza de las maravillas geológicas y la interacción entre la naturaleza y la espiritualidad humana. La importancia geológica, cultural y turística del sitio teje un rico tapiz que continúa inspirando, elevando y uniendo a personas de todos los ámbitos de la vida.
Dinos, ¿conocías La roca dorada y su leyenda? ¿Has tenido la oportunidad de verla en personas? ¡Cuéntanos en los comentarios qué te ha parecido!
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