OMOTENASHI, EL ESPÍRITU HOSPITALARIO JAPONÉS

El Omotenashi es mucho más que la educación y la hospitalidad a la que estamos acostumbrados en occidente. Su concepto es mucho más profundo. Es una filosofía de vida.

El pueblo japonés es conocido por ser el país más educado del mundo, y uno de los conceptos que sostienen esa idea es el Omotenashi (おもてなし), que puede ser traducido literalmente como ‘hospitalidad’. Es uno de los hábitos más arraigados en la cultura japonesa y se aprende desde la más temprana edad.

La idea del Omotenashi es ‘entretener a los invitados con todo el corazón’, pero el origen de su nombre es un misterio.

Algunos dicen que deriva de la palabra Motenasu (もてなす), que significa entretener. Otros dicen que sería una mezcla entre Omote (superficial) y Nashi (nada). Es decir, ‘hospitalidad sin superficialidad’.

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El Omotenashi consiste en tratar al invitado o cliente de la mejor manera posible, pero sin esperar nada a cambio, sin segundas intenciones.

En Japón no hay distinción entre anfitrión y huésped o entre empleado y cliente, ambos deben ser tratados de igual a igual, con respeto mutuo.

La cultura omotenashi

No hay un manual para este arte. Para practicar el Omotenashi, basta con que el anfitrión se comprometa a anticipar las necesidades del visitante.

Se debe estar relajado, con una sonrisa sincera y tratar de hacerlo lo mejor posible, pero con mucha sutileza. Pero, sobre todo, sentir una auténtica sensación de gratitud por la visita.

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Para entender a fondo este concepto, es necesario vivirlo. Y, en Japón, está por todas partes, no hay manera de escapar.

Cuando nos sentamos en un restaurante en Japón, por ejemplo, nos sirven agua gratis y una toallita húmeda (Oshibori), para limpiarnos y refrescarnos las manos. Ese es el ejemplo más común.

Ya te habrás fijado que la gente usa frecuentemente máscaras quirúrgicas en la calle, pero no para protegerse de la contaminación o de los gérmenes, sino para evitar contagiar a otras personas cuando se encuentran enfermos. Eso también es Omotenashi.

Cuando repostas en una gasolinera, los dependientes te limpian las lunas de forma gratuita y luego te acompañan a la calle para ayudar a que te incorpores a la vía, ¡más Omotenashi!

Otra cosa que llama la atención de los turistas en Japón es la propina, que es absolutamente inadmisible en el país. Para los japoneses, no es necesario pagar más por algo que ya se ha pagado. La cortesía es un deber y no puede ser recompensada.

El arte de la hospitalidad

En Japón hay un refrán muy popular: “okyakusama wa kamisama” (お客様は神様), que se traduce en “El cliente es dios”.

Así, cuando se entra a algún establecimiento, los dependientes sonríen, se inclinan sutilmente y saludan con un Irasshaimase (bienvenido) y, a la salida, se despiden con arigatou gozaimashita, aunque el cliente no se lleve nada.

Las máquinas también siguen el Omotenashi en Japón. La puerta automática del taxi se abre para el pasajero. El ascensor pide disculpas por la tardanza. Los cuartos de baño señalan si están ocupados y la tapa del inodoro se levanta cuando te acercas.

Sin embargo, sin duda, lo mejor de esa filosofía es la accesibilidad a los minusválidos en Japón, que se nota en las inscripciones en braille en los envases y latas, las señales acústicas agradables en los semáforos y el servicio ofrecido a quienes se mueven en sillas de ruedas por las estaciones de tren para que lleguen con seguridad a su destino.

En definitiva, el Omotenashi tiene todo que ver con la empatía y la actitud de respeto hacia otras personas.

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¿Pero, como surgió esa filosofía? Se cree que gran parte de la educación japonesa se originó en los rituales de la ceremonia del té y de la práctica de artes marciales.

En la ceremonia del té, se dice un proverbio famoso llamado “Ichigo ichie” (一期一会), que se traduce en “un encuentro que ocurre una sola vez en la vida”.

Así, el anfitrión prepara el té y todo el entorno con detalles que evocan la armonía y la tranquilidad, literalmente ofreciendo al invitado un momento inigualable.

En las artes marciales, la cordialidad y la compasión son valores fundamentales del Bushido, un código de ética seguido por los samuráis.

Este código moral enseñaba no solo la manera correcta de servir el té en una ceremonia, sino también el respeto por los demás, incluso por los enemigos.

Así es como Japón se ha ganado la fama de ser el país más educado del mundo. Pero, y tú, ¿te animas a poner algo de Omotenashi en tu rutina? ¡Merece la pena intentarlo!

Y si te gustan las curiosidades sobre Japón, ¡no te pierdas nuestro post sobre La Leyenda de la piedra asesina!

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