Recientemente, los casos de violaciones y abusos en nuestro país están teniendo más difusión y más atención. Poco a poco, somos más personas las que miramos con otros ojos todas las situaciones que implican un comportamiento diferente hacia una mujer en comparación al de hacia un hombre.
Se necesita la ayuda y la colaboración de todos para poner fin a estas diferencias, y una de ellas es la de la sexualización abusiva a la mujer.
En occidente se vive el machismo de una manera diferente a la asiática. El porcentaje de abusos sexuales es mucho mayor en, por ejemplo, nuestro país. Sin embargo, aunque por esta comparativa en cuanto a cifras parezca que las asiáticas están a salvo, en este artículo demostraremos la realidad a la que se someten estas chicas.
Debido a la cultura respetuosa y homogénea de Asia Oriental, el porcentaje de criminalidad es muy bajo. Las casas están abiertas y aún así es muy poco probable que esas casas sean asaltadas por ladrones. Esto es por ese sentido de honor familiar que los asiáticos conservan gracias a su tradición. Evidentemente, nadie quiere ser el “bicho raro” del que sus padres se avergüencen.
Precisamente por esta tendencia que la sociedad asiática mantiene, el tema del morbo llega a ser obsesivo para la mayor parte de la población. Mismamente, teniendo Japón como ejemplo, llega a ser enfermizo los niveles de morbo que cada individuo puede alcanzar.
No solo hablamos de los exuberantes senos que dibujan a muchas mujeres en sus series, especialmente aquellas exclusivas para mayores de edad. Hablamos de extraños fetiches como el de los monstruos. Es decir, uno de los subgéneros del Hentai (que es así como se llama a la pornografía anime y manga) tiene como esencia que mujeres humanas sean violadas por monstruos, muchas veces mucho más grandes que ellas.
Todo este tipo de media está dedicado a un público más extenso del que te puedes imaginar. Sin embargo, cuando la animación se les comienza a quedar corta, los asiáticos deciden hacer de las mujeres su “pornografía casera”.
Muchas chicas viven con el miedo y la preocupación de que su vida esté siendo grabada en algún punto. En los vestuarios del colegio o incluso en su propia casa.
En Corea del Sur, por experiencia propia puedo decir que todos los teléfonos móviles coreanos suenan al hacer una foto, incluso teniéndolo en completo silencio. Esto se programó para evitar que muchos hombres tomaran fotografías por debajo de las faldas de las chicas en los transportes públicos y otros lugares.
Sin embargo, aunque sea una buena medida, sigue habiendo muchas víctimas de este acoso sexual. Este mismo año se ha celebrado en Seúl una huelga feminista con pancartas en las que ponía “Mi vida no es tu porno”, dando a entender que este es un problema bastante habitual y no es solo un depravado cada mucho tiempo el que aparece en los círculos.
El caso más reciente en Corea del Sur se ha dado cuando un grupo de K-Pop femenino llamado Laysha, más bien desconocido por su escasa promoción, ha subido a Instagram un post en el que confesaban que estaban siendo acosadas por la propia empresa, pues han descubierto que en los baños y en los vestuarios había cámaras y tomaban fotos de ellas muy comprometedoras.
La líder del grupo es la que va a llevar el tema judicial de la denuncia contra la empresa, JS Entertainment.
Laysha es un grupo que su propia empresa ha sexualizado, pues apostaron por darle un concepto que llamara la atención al público masculino. Es importante no confundir los conceptos “sexys” que tratan de reflejar a las chicas como figuras poderosas, seguras de sí y atrevidas (como por ejemplo la cantante HyunA, conocida por esa actitud en sus últimos discos) con conceptos que hagan sentir incómodas a las miembros del grupo y se basen exclusivamente en enseñar sus cuerpos continuamente.
Por desgracia, esta no es la única ni la última situación que se va a dar de este caso. A día de hoy, a las extranjeras que van a pasar un tiempo en alguno de estos países, se les avisa de que si van a vivir en una “Guest House” o en algún tipo de local con más personas vigilen las paredes por si pueden tener algún agujero.
Es también conocido, sobretodo por Japón, el negocio de ropa interior usada. Para muchos de nosotros puede sonar absurdo, pero en muchos asiáticos despierta un morbo que les empuja a gastar una gran cantidad de dinero en este tipo de artículos personales. Algunos vendidos por la propia mujer, sin embargo hay mucha de esta ropa que ha sido robada.
Un dato importante a destacar es que la pornografía en Corea del Sur no puede ser distribuida gratuitamente. Es imposible acceder a webs pornográficas dentro de las fronteras de este país pues un anuncio de la policía aparece en el dispositivo informando sobre la prohibición y el bloqueo de este tipo de páginas. No es ilegal, pero este factor lo toman como excusa muchos hombres para grabar por su cuenta situaciones comprometedoras de las mujeres, para ahorrarse el dinero que la industria del sexo le pide.
Después de conocer todo esto, llegamos a la conclusión de que hay un tipo muy diferente de sexualización y machismo en estas dos culturas. En nuestro país, es peligroso salir a la calle con cierta ropa porque según muchas personas, “si vistes provocativa es porque estás buscando algo”. Ha habido muchos casos de abuso sexual en los que el agresor se ha defendido con un testimonio de ese estilo. Sin embargo, en los países de Asia Oriental, lo peligroso es en sí que algún hombre enfermo decida que tú vas a ser su próxima película.
¿Sabías sobre el tema de las cámaras en estos países? ¿Cual sería la mejor forma para acabar con el machismo en la cultura? ¿Consideras que es problema de las mujeres por no vigilar lo suficiente su alrededor o de la educación de los hombres por plantearse estas opciones y, además, llevarlas a cabo?