Todas las culturas cuentan con amuletos, rituales y costumbres que supuestamente traen la buena suerte y ahuyentan el mal, las desgracias y los malos espíritus. Un claro ejemplo de esto son los tréboles de cuatro hojas, que son muy difíciles de encontrar y son conocidos por atraer la buena suerte y hasta el amor. O la Mano de Fátima, que se encarga no solo de atraer la buena suerte, sino también para prevenir y alejar el mal de ojo. En España tenemos la higa o la mano negra, que aleja la envidia, el mal de ojo, los celos y protege de las enfermedades.
Hoy nos centraremos en los amuletos japoneses, que no son pocos. Por lo general, la sociedad japonesa es bastante supersticiosa y suelen llevar encima o tener en sus casas determinados amuletos para las buena suerte o buena fortuna. Estos amuletos reciben el nombre de engimono en japonés y con la llegada de Año Nuevo, los japoneses acuden a los templos y santuarios para devolver sus amuletos antiguos y adquirir unos nuevos. Esta tradición es conocida como hatsumode y es muy importante dentro de la sociedad y espiritualidad japonesa.
A continuación, hablaremos de los amuletos japoneses más representativos y conocidos:
MAKI NEKO
El maki neko o “gato de la buena suerte”, como casi todos lo conocemos, es una figurita de un gato originalmente de color blanco (aunque hoy en día te lo puedes encontrar de más colores y tamaños). Suele ser de cerámica o de plástico y se pueden ver expuestos en muchas tiendas, restaurantes y negocios que reciba clientes en Japón.
El gato tiene bastantes detalles, entre ellos un cascabel al cuello que supuestamente se encarga de ahuyentar a los malos espíritus, y una moneda ovalada del período Edo en una de sus patas, que representa la prosperidad. Su otra pata suele estar alzada a modo de saludo y se dice que, en base a la pata que tenga alzada, puede servir para un propósito u otro.
Si se trata de la pata izquierda, está invitando a la gente a entrar al local, mientras que, si saluda con la derecha, está atrayendo la prosperidad y el dinero. También hay gatos con ambas patas alzadas en algunas tiendas, para invitar a entrar y consumir, aunque son más raros de ver.
Existen varias leyendas sobre el origen de estos gatos de la suerte, pero la más conocida cuenta que un antiguo daimio (señor feudal) llamado Naotaka estaba de expedición un día y pasó por delante de un viejo templo. En la puerta vio a un gato que lo saludaba con la pata levantada, invitándolo a pasar y descansar o rezar. El daimio decidió aceptar su invitación y entrar, y justo entonces, se desencadenó una fuerte tormenta. Pero gracias a este gato, evitó que le cogiera la tormenta y pudo descansar hasta que amainase. Como agradecimiento, el daimio se aseguró de que al templo nunca le faltase dinero.
Este templo, que está en Tokio, fue reconstruido y hoy en día es bastante popular. A lo mejor lo conoces, ya que es famoso por estar lleno de estatuitas de gatos de la suerte, es el templo de Gotokuji.
Como mencionamos anteriormente, hoy en día te puedes encontrar a estos gatitos con diversos colores. Los blancos se encargan de atraer la buena suerte, los negros evitan y alejan las desgracias, los dorados atraen el dinero, los azules se usan para obtener éxito en los estudios, los rosas para atraer el amor y los rojos para conseguir y mantener la buena salud.
DARUMA
Seguro que no sabías que estos famosos muñecos están inspirados en Bodhidharma, el monje que creó el budismo zen. Tradicionalmente son de color rojo, redondos y sin manos, brazos y piernas. Cuentan con una pequeña base para que se sostengan sin salir rodando.
¿Sabes por qué son rojos? Pues porque la túnica de Bodhidharma era de ese color. Este color se asocia con los monjes de rango más alto, y es que Bodhidharma nació como un príncipe al sur de la India, pero decidió dejarlo todo y dedicar su vida al budismo. Viajó a China y allí fundó el budismo zen, por lo que es conocido y recordado hoy en día.
Ahora, ¿por qué es redondo y no tiene extremidades? Hay varias teorías, pero aquí te contaremos las dos más conocidas:
- La primera es la que cuenta que representa la postura del monje con su túnica sentado en la postura de meditación flor de loto (por lo cual no se le vería ni piernas ni brazos).
- La segunda teoría es un poco más macabra. Cuentan que el monje se pasó nueve años sin moverse sentado y meditando y como consecuencia de la falta de movimiento, se le pudrieron y cayeron los brazos y las piernas. Por este motivo los muñecos daruma carecen de extremidades.
Estos muñequitos también tienen dibujado pelo en la cara, para representar el pelo y la barba del monje. Además, los ojos de los daruma suelen ser blancos porque, según cuentan, en la época Edo un cliente se quejó de que no le gustaba cómo estaban pintados los ojos, así que se empezaron a hacer con los ojos blancos desde ese momento.
Los daruma recompensan el sacrificio, el esfuerzo y la fuerza de voluntad, como imagen de los valores de Bodhidharma durante esos años que pasó únicamente meditando hasta que alcanzó la iluminación.
¿Sabes cómo funciona? Porque sí, tiene un procedimiento. Este muñequito se compra cuando queramos empezar un nuevo proyecto o tengamos un nuevo proyecto en mente. Cuando se compra, se le pinta la pupila del ojo derecho de negro, como recordatorio y motivación para completar ese proyecto con éxito. Una vez se consiga este objetivo, se pinta la pupila izquierda como señal de agradecimiento. Sin embargo, este amuleto también está sujeto a un ritual: pasado un año de su compra, se debe de devolver al templo en el que se compró, aunque no se haya alcanzado el objetivo. Incluso hay una ceremonia que se llama daruma kuyo en la que se queman enormes montones de daruma a la vez.
OMIKUJI
Este amuleto se considera una especie de oráculo que ofrece sus mensajes escritos en pequeños papelitos y se encuentra en los santuarios y templos japoneses. Para poder conseguir este mensaje, se debe abonar un pequeño importe monetario (unos 100 o 200 yenes, que sería menos de 2€). Luego toca sacar la tira de papel del amuleto, en donde estará escrito el mensaje que dictaminará nuestra buena o mala suerte. También contiene información sobre salud, amor, estudios y trabajo.
Si se obtiene un mensaje de buena suerte, se puede guardar el papelito, por ejemplo, en la cartera. En el caso de que el resultado haya sido malo, la tira de papel se tiene que atar en un espacio designado del templo o santuario para rogar a los dioses que cambien nuestra suerte.
El papelito puede dictaminar una muy buena suerte (daikichi), una suerte incierta (suekichi) o una muy mala suerte (daikyō), entre otras.
OMAMORI
Estos pequeños amuletos de tela se pueden comprar en la gran mayoría de templos y santuarios de Japón y están pensados para llevarse encima siempre, colgados ya sea del bolso, teléfono o la mochila, entre otros.
La idea de este amuleto es que en su interior haya una “porción” de la esencia divina del santuario o templo en el que se ha comprado para mantener a las personas protegidas y acercarlas a la buena suerte, a la vez que se mantienen los malos espíritus alejados. Hoy en día hay omamori para todo: para la buena salud, la buena suerte en el amor, la buena suerte en los estudios, para pedir protección en la carrera, para aumentar la prosperidad, etc.
Este tipo de amuleto surgió en el siglo XVII y, si bien en el pasado estaban hechos de madera o de papel (similar al ofuda), hoy en día están hechos de tela y tienen forma de bolsa rectangular. La bolsa, llamada omamori-bukuro, normalmente está hecha de seda de colores vivos. En su parte trasera el nombre lleva bordado el nombre del santuario donde se ha comprado y, por delante, algún detalle del santuario o templo.
¡No podemos abrir el amuleto! Se dice que entonces la protección divina se desvanece. Pero, en el caso de hacerlo, nos encontraríamos con una inscripción rectangular que puede estar hecha en papel, cartón o incluso de una fina lámina de madera. Esta inscripción lleva el nombre de la deidad protectora según el tipo de omamori, así como una oración escrita o bendecida por un monje budista o sintoísta (depende de donde se haya comprado) que es lo que garantiza la protección y la buena fortuna.
Se dice que el efecto de un omamori dura aproximadamente un año y pasado este periodo de tiempo o cuando se haya cumplido nuestro propósito (por ejemplo, haber aprobado un examen importante), se debe de devolver al templo o santuario donde lo compramos para ser quemado en el fuego sagrado (es una buena oportunidad para comprar un nuevo omamori).
TANUKI
El tanuki o el mapache japonés es uno de los amuletos más populares. Este amigable animalito es un ser mitológico que atrae la prosperidad en los negocios, por lo que es habitual verlo en las entradas de las tiendas, restaurantes y también de algunas casas. Se caracteriza por ser simpático, pero también puede llegar a ser muy atravieso.
¿Cómo podemos reconocer un tanuki? Pues es muy sencillo, ya que todos comparten las siguientes características:
- Sombrero de paja que lo protege de los desastres e infortunios.
- Ojos grandes para ver bien lo que ocurre a su alrededor y juzgar bien las cosas y las acciones de las personas.
- Cara sonriente que marca su simpatía.
- Cola grande para completar bien los proyectos y negocios.
- Testículos grandes que simbolizan la abundancia económica.
- Barriga grande que representa la calma y audacia.
- Libreta de cuentas que representa la importancia de la confianza.
- Y una jarra de sake para atraer la virtud.
OFUDA
Las ofuda son unas finas placas de maderas acabadas en punta en su parte superior, envueltas en papel y ligadas con una cuerda. En ellas está escrito el nombre del santuario o templo donde se compraron, así como la deidad o Buda de dicho lugar sagrado. Son consideradas reencarnaciones de la deidad que representan y se colocan en las casas, concretamente en la entrada o en el pequeño altar sintoísta de la casa (si lo hay), para proteger el hogar y sus alrededores.
Al igual que otros amuletos, se renuevan al año y, para ello, se deben de devolver al templo o santuario donde se compró para que allí lo incineren en un ritual especial junto a otros ofuda.
EMA
Los ema son unas placas de madera donde los fieles budistas o sintoístas escriben sus deseos y luego se los ofrecen a los dioses, colgándolos en los templos y santuarios japoneses para que las deidades vengan, lo lean y así puedan conceder el deseo.
Originalmente tenían una medida de 15cm de ancho x 9cm de alto, pero actualmente se pueden encontrar de muchas medidas y formas. En una de las dos caras suelen tener grabado un diseño único que puede ser algún símbolo concreto del templo o santuario, un animal, etc. Estos diseños varían según el santuario o templo, por lo que muchos turistas se suelen llevar los ema de vuelta a sus países en lugar de colgarlos en el recinto, como recuerdo de la visita.
Sin embargo, su nombre significa “pintura de un caballo” porque, antiguamente, la gente donaba caballos, a modo de ofrenda, a los santuarios para pedir a los dioses algún deseo o trato de favor. Posteriormente se cambió el caballo por una placa de madera con el dibujo de un caballo.
De vez en cuando los santuarios y templos queman los ema que tienen colgados en un ritual. Dicen que este ritual libera simbólicamente el espíritu de la persona que escribió en el ema del deseo que tenía.
Hasta aquí el post de hoy. ¿Conocías estos amuletos japoneses y su verdadero significado, simbología y finalidad? ¿Cuál te ha gustado más? ¡Déjanoslo saber en los comentarios!
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