ORIGEN DEL WAGASHI 

En tiempos antiguos, los japoneses consumían frutas y frutos secos como una forma de endulzar su dieta, complementando su alimentación basada principalmente en cereales como arroz, trigo y mijo. En excavaciones de la Era Jōmon, se encontraron restos carbonizados que parecen ser las primeras galletas elaboradas con harina de castaña japonesa.

De acuerdo con el Kojiki, el emperador Suinin ordenó a Tajima-mori que trajera del “País Eterno” una especie de naranja llamada tokijiku-no-kagu-no-konomi. Sin embargo, al regresar, el emperador ya había fallecido, lo que llevó a Tajima-mori a suicidarse, y por ello, es venerado como el kami (espíritu) protector de los confiteros.

A medida que el cultivo y el procesamiento del arroz se desarrollaron, se comenzaron a crear productos como el arroz seco (yaigome), arroz cocido secado al sol (hoshi-ii), harina de arroz, dango (bolas de arroz), mochi, ame (caramelo), entre otros.

Durante la Era Asuka y hasta el comienzo de la Era Heian, Japón envió misiones a las dinastías Sui y Tang de China, trayendo consigo nuevas técnicas para la elaboración de confituras. Estas confituras de la dinastía Tang, que consistían en harinas de cereales fritas en aceite, fueron más elaboradas que las tradicionales japonesas de la época. Estas influencias se sirvieron en la corte imperial y fueron ofrecidas durante rituales sintoístas y budistas.

Con el paso del tiempo, y tras la introducción del azúcar moreno (traído de China), el wagashi comenzó a tomar su forma moderna, convirtiéndose en una importante tradición gastronómica y cultural.